¿QUÉ ES LA NEUROARQUITECTURA?

A pesar de que parezca una nueva disciplina, la neuroarquitectura se remonta hasta los primeros edificios góticos, es decir, nació aproximadamente hace 15 años inspirada en la neuroplasticidad del cerebro. Por lo tanto, es una disciplina que se interesa por cómo el entorno modifica la química cerebral y en consecuencia, las emociones, los pensamientos y las conductas. 

 

Según Fred Gage, neurocientífico del Salk Institute de Estudios Biológicos situado en California, al diseñar edificios que habitamos, el entorno construido cambia nuestra conducta y nuestro cerebro. Esto explica la íntima relación que mantienen la arquitectura y las  neurociencias y su enorme sinergia a la hora de diseñar espacios que ayudan a mejorar la experiencia de las personas que viven, aprenden y trabajan en ellos.  

Neuroarquitectura en las aulas

Se trata de edificios en los que, aún siendo fundamental su diseño arquitectónico, van más allá de sus paredes, es decir, contemplan la luz, la temperatura y el ruido que tanto influyen en el rendimiento mental, dado que este se deteriora si hay estímulos en el entorno que los distraen o, en general, si las condiciones no son las adecuadas para la realización de una actividad mental determinada. Por lo tanto, esto es esencial en el caso de las aulas de los centros educativos

No obstante, controlar el nivel de luz, utilizar luz natural, mantener la temperatura y los niveles de ruido puede resultar muy complejo y depende en gran medida de la idoneidad de cada alumno/a, puesto que para algunos habrá situaciones en que la intensidad de luz les parezca adecuada, pero a otros, en cambio, dicha situación le puede hacer difícil la lectura o la escritura. Además, esto es todavía más crítico en la clase de alumnos de primaria, ya que para ellos las fuentes de luz, el diseño de las ventanas o los flujos de aire pueden ser particularmente influyentes. 

Por otro lado, hoy en día las nuevas maneras de aprender y formarse hacen necesario un nuevo paradigma espacial. Es decir, en la actualidad la clase magistral pasa a un segundo plano y se apuesta por actividades proactivas, autodirigidas y colaborativas que precisan espacios. Al fin y al cabo, se pretende que la arquitectura escolar ejerza como sujeto agente que provoque percepciones agradables en el ser humano que motiven y estimulen sus múltiples inteligencias, dado que  la inteligencia emocional ya no es un concepto al margen, sino que forma parte de las competencias necesarias para adquirir una educación integral como persona.

Fuente: https://www.researchgate.net

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *